El artículo es una muestra más de cómo se puede desinformar y distorsionar la verdad. Empezando por el antetítulo (“La Guardia municipal realiza inspecciones “muy rigurosas”…), que avanza la supuesta persecución que padecen los hosteleros, y continuando con la elevación al rango de título de una aparente nimiedad ("Usted no puede tener mesas cuadradas") que quien lea interpreta como una orden sin sentido de la guardia municipal.
Pero la periodista oculta que esa “nimiedad” (mesa redonda o cuadrada, una ocupa más espacio que la otra) viene así señalada en la "Ordenanza reguladora de las ocupaciones de suelo de dominio y uso público para la hostelería" en donde se explican los diferentes módulos de terrazas y sus características. Estos módulos se aprobaron para dar facilidades al sector para que eligiera el modelo que más le convenía. Pero, una vez elegidos, (no es baladí resaltar que no lo hace el Ayuntamiento) tienen que aceptar los derechos y las obligaciones de lo que han escogido. Si optan por módulos del tipo 1 (mesas redondas con 4 sillas que ocupan 3 metros cuadrados) no podrán sacar las del módulo 2 (mesas cuadradas con 4 sillas que ocupan 4 metros cuadrados).
Esto lo
debería saber la periodista quien no presenta más versión que la de la
hostelera entrevistada (“argumentos que llegan al
absurdo”, “inexplicable rigurosidad con la que están llevando el cumplimiento
de la nueva normativa”), validando en el artículo “el rígido control que se está produciendo” y encubriendo los
verdaderos motivos, la lógica opción que le propone la guardia municipal:
cambiar las mesas o cambiar los módulos de la terraza, (“es decir, pagar más”).
En las 22
primeras líneas del artículo se nos habla de las terrazas como salvadoras de
unos negocios que a duras penas sobreviven, por lo que el obligado y necesario
control municipal de la concesión del espacio público pasa a convertirse en
palos en las ruedas del sector hostelero.
Revisar todas
las terrazas, reclamar tener a la vista el plano de distribución de las
mesas, dejar el espacio libre suficiente para el paso de peatones, no
colocar ningún elemento (un carrito en ese caso) fuera del espacio autorizado,
no colocar un número mayor de elementos que los solicitados y autorizados,
no colocar elementos que el hostelero no ha señalado en la solicitud, no
ocupar más espacio que el autorizado con la terraza…, es decir, cumplir la
legalidad, es motivo de indignación.
En vez de
señalar que son incumplimientos de las condiciones a que se comprometieron
cuando solicitaron la autorización de sus terrazas, la periodista quiere
reflejar el rígido control que ejerce el Ayuntamiento “en vez de preocuparse en controlar cuestiones más importantes para la
ciudad”.
Y, por
último, incorpora la explicación de lo que está ocurriendo.
Recogiendo
las opiniones de “la mayoría de los
hosteleros consultados” no hay ninguna duda de su finalidad
recaudatoria. Por supuesto, no señalan la cifra recaudada ya que, además, sabido
el leve régimen sancionador de la normativa de Donostia, estamos al corriente
de que la cifra “recaudada” resulta ridícula. ¿Por qué no informa la periodista
sobre cuántas han sido las sanciones impuestas y a cuánto ascienden? Tratándose
del Diario Vasco lo tiene muy fácil.
También añade
otras dos explicaciones, más malvadas si cabe: EH Bildu quiere “buscar las cosquillas” a los hosteleros porque no está
de acuerdo con la normativa aprobada y/o “como los de Bildu dejan el gobierno,
van a molestar a los hosteleros hasta el último minuto”.
En vez de
defender el control de lo público por parte del Ayuntamiento, la necesaria
acción municipal la presenta como una decisión partidista e igualmente
maliciosa, con una clara voluntad de dañar.
Aunque la
periodista pretende que quien lea el artículo piense que se está aplicando la
normativa con severidad, la asociación sabe al dedillo que desagraciadamente
no está ocurriendo así. Al contrario, los incumplimientos de las condiciones en
que se concedieron las diferentes terrazas en la ciudad son abundantes, todos los días lo vemos,
sin que se corrija, y así lo denunciamos.
Criticar el
obligado control municipal, calificarlo de riguroso y absurdo, declarar una
voluntad partidista y vengativa en la motivación de ese control, no presentar
ninguna opinión distinta (sea municipal sea vecinal), responde al interés del
lobby hostelero con el fin de conseguir mayores facilidades y mayor
poder.
Una vez más el Diario
Vasco hace de punta de lanza del sector hostelero. ¿Se está preparando el terreno
para los nuevos gestores municipales?
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