El pasado 5 de julio el Diario
Vasco entrevistaba a doble página a la Viceconsejera de Comercio y Turismo,
Itziar Epalza, y sobresalía este titular: “Es
necesario regular las viviendas de uso turístico, porque han llegado para
quedarse”. Y resaltaba también que el Gobierno Vasco “estima que suponen
entre el 10 y el 15% de la oferta de alojamiento”.
Nuestras luces de alarma se
encienden cuando en toda la entrevista no hay ninguna referencia a la imparable
masificación turística a la que está sometida la Parte Vieja, ni a ningún Plan
para impedir un uso abusivo de ciertas
actividades que rompen el equilibrio necesario de la vida cotidiana, vaciando
de sentido al propio barrio, y convirtiéndolo en un parque
temático.
Si en la Parte Vieja viven 6.000 habitantes no es posible que cada año se
reciban a cientos y cientos de miles de turistas. El aumento de pensiones
(legales e ilegales) y de apartamentos turísticos –aunque ahora vayan a estar
regulados- rompe el nivel de convivencia.
La Parte Vieja del mar, la pesca, la lonja… se ha
acabado y lamentamos la pérdida progresiva de lugares emblemáticos como la Bretxa, Portaletas,
el Muelle, Urgull o la Plaza Trinidad.
Las previsiones realizadas para Donostia 2016 van en esa misma dirección: más
de lo mismo, más turistas.
Es
necesario un plan de rescate de la Parte Vieja, un Plan a la medida de sus
necesidades y la de su vecindario.
La
entrevista a la Viceconsejera deja en evidencia que la gestión de Donostia y sus
barrios ya no está en manos de políticos y técnicos, sino de los grandes grupos
de presión. Dice que el borrador de la Ley de Turismo es de las “más avanzadas
de Europa en la protección del consumidor”. ¿Y a las vecinas y vecinos quién nos protegerá?
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